Con respecto a Bankia el sector cree que el éxito de la reforma financiera pasa por consolidar el grupo liderado por Caja Madrid. Algunas fuentes financieras aseguran que podría seguir su camino de integración de siete entidades como quiere su presidente, Rodrigo Rato.
Teniendo en cuenta dicha situación no existiría el rumor de fusión con CaixaBank, de hecho, ya se ha desvanecido. No se llevará a cabo la fusión, por las dificultades de encajar dos proyectos financieros muy distintos con grandes duplicidades y elevado costo económico y laboral, incluido el cierre de miles de oficinas.
CaixaBank ofreció a Rato la presidencia conjunta con Isidro Fainé durante cuatro años. Al cabo de ese tiempo, el actual presidente del grupo catalán, de 70 años de edad y cerca de su jubilación, abandonaría su sillón de buen grado en favor de Rato de 63 años y quedaría en La Caixa con un puesto similar al que accedieron los anteriores presidentes, Josep Vilarasau —ahora al frente de la Fundación La Caixa— y Ricardo Fornesa, presidente de VidaCaixa y presidente de honor de La Caixa.
La realidad es que para cerrar la operación tendría que asumir un modelo de gobierno corporativo muy diferente al de Bankia, donde gran parte de las decisiones estratégicas serían aprobadas por la Asamblea de La Caixa, donde la presencia de CiU y PSC es determinante.
Además, la posible fusión conllevaría un drástico recorte de plantillas. Por lo que optó por preservar la estructura societaria y económica que actualmente conserva Bankia.
Cabe destacar que el proceso de nacimiento de Bankia ya se efectuó a costa de reducir el número de trabajadores en cerca de 4.000. Una nueva operación acarrearía un ajuste mayor, especialmente para CaixaBank que aún no ha saneado su red.
Las dos entidades tienen muchas duplicidades de oficinas, sobre todo en los territorios de origen de cada una de ellas —Comunidad Valenciana, Cataluña y Madrid—, lo que haría necesario el cierre de muchas más sucursales. Al final, ambas entidades sumarían 8.500 oficinas, 5.300 de CaixaBank y 3.200 de Bankia. Y la plantilla ascendería a unos 47.000 empleados (27.000 de La Caixa y 20.000 de Bankia). Esto supondría cerrar 5.000, hasta dejarlas en 3.500 con las que cubrirían perfectamente el territorio español.
Si cada sucursal emplea a una media de 3,5 personas, más los servicios centrales, esto supondría que entre 15.000 y 20.00 personas irían a la calle, a 300.000 euros el despido, dando lugar al mayor ERE conocido hasta el momento en España. No olvidemos que Bankia ya había hecho su ajuste de personal, cerró ya 853 sucursales y despidió a 3.857 empleados, medidas con las que espera ahorrar 700 millones de euros.
En cambio, CaixaBank aún no ha atacado su problema de sobredimesión. De hecho, su integración con Banca Cívica se entiende en el sector como un paso urgente para reducir ahora su red y plantilla.